miércoles, 23 de abril de 2014

Geisha...



Dejaré que la imaginación del lector responda al cómo y por qué llega esta entrada aquí, yo sólo puedo decir gracias por ella, por el aprendizaje y por las experiencias... Vaya aquí una primera introducción a la terminología y a modo de glosario propio para futuras entradas. Y... Gracias!


Geisha: El arte en movimiento convertido en placer.


Las Geishas no son cortesanas, ni tampoco esposas, venden su destreza, sus habilidades,  no particularmente su cuerpo. Crean un mundo secreto, misterioso, un lugar en el que sólo hay belleza.

La palabra Geisha significa artista, es puro arte en movimiento, entretienen, sonríen, complacen, conversan. La agonía y la belleza van de la mano.

Debido a la miseria y a la hambruna de la época, las niñas eran vendidas a las Okiyas, que eran casas donde vivían todas las Geishas, bajo la tutela de las Okaasan.


La niña adquiere una deuda con su compradora, que pagaría con el dinero que ofrecieran por ella los hombres que solicitaran sus servicios cuando se convirtieran en Maiko.


La futura geisha, llegada a la okiya es conocida con el nombre de shikomi, su función consistirá en realizar tareas de servicio y en la formación para su actividad futura con clases de canto, baile, modales, ikebana, ceremonia del té, y otras tantas similares.

Cuando la shikomi llega a la edad de 15 o 16 años pasa a ser Maiko, que antecede a Geisha. Un día muy importante por la ceremonia preparatoria de su nombramiento.

La shikomi debe encontrar asimismo una oneesan (hermana mayor), que hará de tutora.

Antes del nombramiento, se celebra la ceremonia denominada omisedashi, que representa el debut de la maiko.


Al día siguiente, se celebra la ceremonia de san-san-kudo (tres-tres-caminos). En esta ceremonia la maiko y la oneesan se ofrecen mutuamente sake, y beben tres sorbos, de tres copas pequeñas para ofrecérselo a continuación a la okasaan de la okiya.

La maiko recibe un nombre nuevo dado por su oneesan, el cual creará un vínculo especial entre ellas, y ésta se convertirá en guía, confidente, protectora, supervisora y tutora de la nueva maiko. Tras la ceremonia la maiko ya es reconocida como tal dentro de la okiya y en el hanamachi (barrio donde residen las geishas), ya es presentada oficialmente en sociedad.

La maiko seguirá con su aprendizaje en las artes, comenzará a ir a ceremonias en calidad de oyente y observando el trabajo de su hermana mayor. Cuando su onesaan considere que ya es un buen momento, la maiko pasa a una nueva ceremonia llamada Mizuage.

Ésta consistía en la desfloración de la joven, la venta de su virginidad, la okasaan negociaba el mizuage con los clientes más habituales y de mayor poder adquisitivo de la okiya, de manera que el mayor postor se llevaría el mizuage de la maiko.

Aproximadamente a la edad de 20 o 21 años la maiko, bajo el criterio de su okasaan, suele considerarse ya preparada para ser Geisha. La ascensión de maiko a Geisha, se realizará mediante una ceremonia llamada Erikae. En ella, cambia su forma de vestir, así como de peinado y maquillaje. A partir de ese momento se considera que ya ha alcanzado su madurez y desarrollará su propia personalidad y tejerá su destino.

En cuanto al Danna, se trata de un protector de la geisha, un mecenas que pagará su educación y que se encarga de proporcionarle ayuda económica a cambio de recibir especial atención por parte de ella. El danna es persona prioritaria en la vida de una geisha al que esta tiene que servir en todo momento; en sus encuentros la geisha deberá mostrar un exquisito respeto por su danna, y guardará secreto solemne de silencio.

Un mundo lleno de misterios, prohibido, pero a la vez frágil, con una belleza cautivadora... Ese es el mundo de una Geisha.






Como tantas cosas que nos pasan en nuestra vida, poco a poco puedes verte envuelta en una extraña situación difícil de manejar y entender, en que lo único posible es dejarse arrastrar y llevar como el agua para descubrir a qué lugar te conducen.

Ya desde pequeña tuve que lidiar con circunstancias que bajo mi mirada de niña no tenían ningún sentido, y descubrir el sabor agridulce de la tentación y la lujuria; de cómo poco a poco y sin intención de ello despertaba el deseo y el morbo en otras personas sin saberlo. Fui aprendiendo que era lo que debía hacer, como actuar, que decir, como mirar, que gestos podían convertir una simple insinuación en un deseo difícil de controlar.  

Al final averigüé que aquel sería mi cometido, el puro hecho de complacer en todos los sentidos……