 |
¿Sabes de lo que me he enterado? |
Carta abierta al amigo anónimo…
Al amigo, al familiar, al compañero de trabajo, o incluso
¡quién sabe si al jefe!
Hace dos días, en un tonto desliz, envié un enlace a este
blog a algunos de mis contactos para los que no estaba destinado. Pocos, pero
entre ellos había algunos familiares, buenos amigos, e incluso algún compañero
de trabajo. Estas cosas acaban ocurriendo, pero es cierto que no soy el hombre
más cuidadoso del mundo; supongo que el estar convencido en mi fuero interno de
quién soy y por qué, y quién no dejo de ser, hace que tampoco le haya prestado
la atención debida a las… esclusas.
No sé cuántos lo han leído, cuántos lo han borrado o no le
han dado importancia, cuántos están aún boquiabiertos por esta repentina
ventana a mi vida secreta.
Esta carta abierta está destinada a ti, quienquiera que
seas, que me conocías de otra forma y acabas de descubrir esto de mi.
Antes de nada, mis disculpas. Mis disculpas no por lo que
aquí leas, si no por exponerte a ello. No me siento avergonzado pero nunca
quise hacerte pasar el trago de lidiar con tanta… información. Supongo que tú
también tienes secretos, tu propio alter ego al que escapas de vez en cuando, y
si no, ¿quizá deberías?
Si estás leyendo esto, hace días que recibiste el enlace y
seguramente lo que has hecho es volver a abrirlo, por curiosidad, por morbo,
por incredulidad, por indignación…
Puesto que has vuelto y ya no tiene remedio, hablemos.
Voy a pedirte muchas cosas.
En primer lugar, me gustaría pedirte que respetes mi
intimidad, y no sigas leyendo si no quieres al menos confesarme que lo haces, identificarte también, mirar abiertamente y no por una rendija.
En segundo lugar, que si sigues leyendo,
intentes no juzgarme por lo que lees, o no únicamente por lo que aquí lees.
Recuerda lo que ya sabías de mí.
También, que si no puedes evitar “opinar” sobre mi esfera
más íntima, intentes mantener una mente abierta y no me veas en adelante sólo
con esta etiqueta, que me guardes el secreto, “entre tú y yo”, y que decidas si
vamos a hacer como que esto nunca ha ocurrido o que si tienes algo que decirme
al respecto… me escribas y lo hagas abiertamente.
Una de las buenas razones que veo para mantener identidades
estancas es esa: a todos nos gustan las etiquetas, nos facilitan la vida, y
todos sabemos que pronto en una oficina o una clase uno acaba siendo “el de
Bilbao”, “el que siempre trae una guitarra”, “el gay”, o “el de las melenas”.
Cuando se sabe algo tan llamativo de una persona, rápidamente se tiene la
tentación de convertirlo en su etiqueta, y olvidar todo lo demás.
Te pido, pues, que me sigas viendo exactamente como me
veías, pues soy el mismo. Es imposible que pensaras saberlo todo de mí, como no
lo sé yo de ti, y es así como debe de ser. Si no tuviéramos sorpresas, rincones
propios, experiencias diferentes, nos ahogaríamos en una gris monotonía.
Si no puedes hacerlo, si debes seguir mirando en mis
cajones, déjame al menos que te guíe en lo posible, que te explique y te lo
haga más fácil.
He retirado algunos de los últimos posts en homenaje a ti,
para que puedas aterrizar suavemente. Quizá quieras leer “
Quiénes Somos”, o “
De mi alergia a las normas”, o “
Disonancia Cognitiva”. En ellos hablo algo sobre
por qué pienso como pienso. No pretendo que estés de acuerdo, pero si que
comprendas que este es un yo reflexivo y asentado, no es un resbalón ni una
“fase”; parte de ciertas convicciones con raíces profundas, que tienen en el
blog una expresión festiva, pero no SON el blog. También tuve en su día uno de
política, y otro de ciencia. No tuvieron participación. Este simplemente ha provocado más debate.. ¡vaya
usted a saber por qué! ;)
¡Incluso a veces se me pasa por la cabeza que aquí hay un libro que algunos querrían leer! ;-) Por otra parte, puesto que me conoces, sabes que lo hago todo con una "desmesura controlada", vlaga la contradicción... Lo hice en los estudios, lo hice en el deporte, en los viajes... y lo hago en la vida. ¿Por qué iba a ser ésta faceta de mi una excepción?
Los he retirado temporalmente y estoy haciendo una suerte de
“control de daños” con mi metedura de pata, pero confieso que ni se me ha
pasado por la cabeza hacer desaparecer el blog. Está siendo una experiencia
interesante, un estímulo que está recuperando en mí el hábito de escribir,
sobre cualquier cosa, que tanto echaba de menos, y está lleno de gente
interesante también a la que nunca habría conocido de otro modo. Si miras más
allá del contenido más evidente, verás que hay complicidad, estímulo para el
debate, tolerancia y entendimiento, y un sano homenaje al vive y deja vivir que
todos deberíamos practicar más en nuestro día a día. No voy a esconderlo ni a
esconderme, nunca he creído en la técnica del avestruz como una estrategia
para resolver los problemas, y, como bien sabes si me conoces, me mueve la
certeza de que tengo sólo una vida para hacer las cosas a mi manera, y estoy
determinado a que así sea.
Este blog volverá pronto por sus antiguos derroteros “como
si nada hubiera pasado”, puesto que en realidad a mí no me ha ocurrido nada
grave, y espero que comprendas que a ti y a “nosotros” tampoco, que relativices
la importancia de mis travesuras y mi única extravagancia algo más llamativa
que es probablemente el disfrutar contándolas.
Sobra decir, (pero ahí va), que todo lo que aquí se cuenta y
se discute ocurre entre adultos capaces, que voluntariamente lo disfrutan y configuran sus propias
reglas del juego, con el conocimiento y la complicidad de mi pareja, y con
intenciones sanas, evitando siempre daños a terceros.
Espero haberte convencido, al menos en parte. No sólo de que
me guardes el secreto o mantengas tu opinión de mi sin estigmatizarme. Espero
incluso, ya que estamos aquí, y si estas muy en desacuerdo con mi alter ego,
haber plantado una semilla de comprensión. En un futuro próximo, habrá otras
entradas como “En otro lugar, en otro tiempo” o “Mil razones para no ser
liberales”, que quizá te ayuden a comprenderme mejor.
Si te adentras por ese camino, me gustaría al menos que me
lo dijeras. Aunque ciertamente obligado por las circunstancias, estoy aquí
desnudo, sincerándome contigo, y haciendo una declaración de intenciones. Devuélveme
la deferencia.
Si no puedes devolverme la sinceridad, no puedes otorgarme
el beneficio de la duda, y ni siquiera puedes pasar todo esto por alto y mirar
para otro lado… ¿Estamos seguros de que soy yo el que ha metido la pata?
No es eso lo que creo. Quiero creer que si somos amigos,
familia, o compañeros, sabes mucho más de mí que esto, y que en el peor de los casos,
decidirás ignorar este rinconcito mío. En el mejor, quizá quieras hablar,
entenderme mejor… Mi puerta está abierta, desde luego.
¡¿Quién sabe si de aquí podrá salir algo positivo?!
He aquí otra de mis caras, mi ruego, mi invitación, y mis
intenciones. Seas quien seas, la pelota queda en tu tejado. ¿Qué vas a hacer ahora?
PD.- Me enteré de el error por un buen amigo. Confuso como
estaba, supo contestarme al “descubrimiento” con un mensaje que recogía sus
propias sensaciones, todo el cariño del mundo, su sorpresa desde un respeto
exquisito, e incluso su… disposición a hablar de ello en caso de que no hubiese
sido, como correctamente pensaba, un desafortunado tropiezo informático sino una invitación extravagante.
Mi
primera reacción fue un nudo en el estómago al darme cuenta de lo que había
ocurrido, claro… Luego me sentí aliviado, e incluso contento de contar con una
amistad semejante. Te quiero dar las gracias, tú sabes de sobra quién eres. Y
yo sé tu respuesta a mi carta: no podría estar ahora mismo más orgulloso de
tenerte como amigo tras recibirla. Un fuerte abrazo, y de nuevo, mil gracias.