viernes, 25 de octubre de 2024
De Palabras de Seguridad y otros meta códigos
jueves, 24 de octubre de 2024
Los Reveses
Cualquiera que haya leído el blog en los últimos años (no quizá en los inicios, aquello era otra cosa) sabrá que al final como buena bitácora se ha acabado convirtiendo en un lugar en que se habla de todo menos de lo que parece que se habla. En un cristal que tiñe a donde mira y aporta su nota, pero mira ya a todas partes y no sólo hacia dentro.
Un revés personal reciente, una contrariedad, un bache, llámeselo como se quiera, es lo que me ha traído casi un año después a escribir otra página. Simplemente para mí, no simplemente para ahora, pero sí para dejar constancia de que cuando las cosas no salen como uno quiere es cuando de verdad toca conocer lo que uno es.
Si suena a autoayuda, a lo mejor lo es. Eso de la auto-ayuda no debería estar tan denostado, ¿no os parece? Si Woody Allen decía (la cita es de Ismael Serrano, a saber si es exacta) que la masturbación era hermosa porque al final se trata de hacer el amor con uno mismo, ¿cómo hemos llegado hasta el punto en que parece un poco ridículo, un poco inútil esto de "auto-ayudarnos"? Aunque sí sabemos cómo: por el abuso de la forma sin entrar a conocer el fondo. Por libros como "El Secreto" o "Quién se ha llevado mi Queso" que triunfan en las librerías cuando ya teníamos las "Meditaciones", "La insoportable levedad del Ser" o "El Hombre en busca de Sentido". (Las mayúsculas no son "reglamentarias, pero son las mías).
Así que reflexiono y me auto-ayudo, repitiéndome un mantra en el que de verdad creo y que nunca sobra en ningún buen enfoque de la vida: cuando parece que el mundo está en tu contra, que las cosas no son como quisieras o tus expectativas se truncan, es el mejor (quizá el único) momento en que puedes conocerte a tí mismo. Si te levantas o bajas los brazos. Si mirás atrás o hacia delante, si te dejas caer sobre los tuyos o les animas a confiar en que tú no te rindes porque vengan mal dadas.
No me ha ocurrido nada trágico. Tampoco es necesario. Tengo para mí que como se enfrentan las pequeñas trabas se enfrentan las grandes y que quien sabe perder un avión con una cierta sonrisa y un "qué se le va a hacer", vendrá luego mejor equipado para otros reveses de la vida.
Por darle la reflexión "cuartomurera", es algo que observo también en mis interacciones aquí, o en fiestas, o en planes y plantones. En la aceptación de lo irracional del otro, de su capricho, de su deseo o falta del mismo, de su incoherencia o aquellos pequeños gestos en que sin casi darse cuenta nos hace pequeños cortes como de papel, se esconde (cuando es bien entendida, reflexiva y realmente "aceptada") no una debilidad conforme y rezagada, sino la fuerza de quien mira a la vida como lo que es: a ratos incomprensible, al final siempre injusta, corta, muy corta, siempre pareciendo tener lugar justo donde nosotros no estamos, y a la vez tan interesante, tan sumamente intensa cuando quiere deslumbrarnos y tan llena de misterios que por más que nos lo neguemos a nosotros mismos, no quisiéramos bajarnos nunca.
Esa sensación existe, aunque nos huya. Y de ella se puede llegar a la aceptación de los reveses, no ya sólo de los cotidianos o fortuitos, si no de aquellos que nos causa la mirada del otro, la incomprensión del otro, sus deseos encontrados... y por fin, de ahí, a la auto-ayuda; a la auto-comprensión. A la aceptación de la propia impotencia y a la capacidad de tratarnos a nosotros mismos como trataríamos a alguien a quien queremos bien, algo que nos cuesta siempre, a todos.
Así que sí, hoy es un mal día "desde fuera", pero la realidad no es esa. La realidad es la propia, la que se decide, la de Sócrates tomando la cicuta y siendo libre a ultranza en la aceptación de la condena.
Consigo sentirme liberado, con un peso menos sobre los hombros, en constatar que si en estas circunstancias puedo conocer lo que soy, lo que soy es alguien que se cree lo que predica, que ha leído a Seneca no como a "otro hombre" sino como "yo, hombre", y sentir la realidad de que esos reveses pueden convertirse en un regalo de claridad y una cicatriz a llevar con orgullo, donde pequeña o grande diga: "esto tampoco va a poder conmigo".
Huirá de mí, como todo. Todo pasa y sólo quedan las palabras. Pero al menos hoy son estas, y cuando el próximo revés llegue, harás bien en recordarlas.
martes, 15 de marzo de 2022
Feministas, Feministos y Aliades
De los aliades se puede decir cualquier cosa, que se lo merecen. (Ojo, que esto también es sexismo) |
Empezamos, como es costumbre, por las obviedades: es inaceptable discriminar a una persona por su sexo, raza, identidad, credo u orientación sexual. También lo es por su forma de vestir, la música que escucha, el equipo de fútbol al que anima, su nivel socioeconómico o tener un apellido que nos suena ajeno.
Tenemos mucho por lo que alegrarnos de las injusticias que hemos ido dejando atrás en este sentido, y mucho más por recorrer. Pareciera (por los medios, al menos hasta que Putin puso de nuevo el miedo en todos nosotros) que sólo o principalmente en materia de sexo, género y orientación, pero no: la aporofobia se agrava, los extremos políticos se distancian, el inmigrante sigue en el punto de mira y la desigualdad aumenta en casi todos los paises que entendemos como "occidentales".
Sin embargo, como yo aquí he venido a hablar de mi libro (si no te suena la referencia, o Paco Umbral, a lo mejor una de las cosas que nos separan son unas cuantas vueltas al sol), y habiendo ya hecho una primera aproximación en ¿Soy un señoro cisheteronormativo? ¡Yo creo que no! (Pero estoy abierto a opiniones), pues vamos con lo mío, y cada cual que reme por su bote.
Me da la impresión cuando intervengo en cualquier conversación que toca estos temas, de que existe un a priori sorprendente: cuando se habla de igualdad, hemos de partir de que, como hombre (sí, vale, ¡y cishetero!), lo único adecuado es callar y escuchar, porque nada puede aportar quien no ha sido (o se ha sentido) mujer.
Que es un elemento discriminador basado en el sexo, no se le escapa a nadie. O en el género, o en la orientación, elija usted su veneno... Que es un argumento falaz, creo que a casi nadie. Como sociedad todos nos reservamos el derecho a opinar de casi todo, puesto que a todos nos afecta, y nos resultaría absurdo decir que sólo los que viven junto al mar pueden tener un sentir sobre la protección de las playas, o sólo los que comen carne tienen derecho a preocuparse de cómo se trata a los animales de granja.
¿Estarán dispuestos los veganos a aceptar que nada tienen que decir sobre los mataderos, o los que están exentos de pago del IRPF que en nada tienen derecho a opinar sobre los presupuestos del Estado?
Y sin embargo, cuando uno intenta participar de este debate, a mucha gente por lo demás cabal y aparentemente normal, le parece propio que no existe ese derecho a la participación meditada y respetuosa, si no sólo el silencio o la reverencia, la aceptación de la doctrina ajena (como si hubiera una sola doctrina, o un sólo feminismo, pero en cualquier caso, la de la mujer que uno tenga en frente en el debate de turno) y "no te pongas estupendo, José Ramón, que se te ve el plumero".
A los hombres, en algunos foros, se nos ve el plumero y el patriarcado y la influencia de nuestra rancia educación incluso antes de abrir la boca, y según uno diga "A es el caso" o "No A es el caso", será señoro o aliade, pero nunca participante legítimo.
¿Que por qué siento legitimidad? Si no vale el hecho mismo de ser un participante más de una sociedad que se pretende plural e igualitaria (y habría de valer), incluyamos la que se deriva de la ocupación más principal que uno puede tener: por ser padre.
Siendo perfectamente legítimo que Lola, 56 años, soltera, psicóloga, sin hijos, opine a grito pelado sobre la educación de las niñas, el trabajo sexual, los cuerpos en la publicidad o los pronombres inclusivos, por lo que puedan todos estos asuntos influir en el mundo en que Lola vive y que tras Lola quede... ¿no será igualmente válido (argumentaría que más incluso, puesto que el motivo es menos individualista en origen) que Luis, 42 años, casado, enfermero, con dos hijas, se interese de forma sincera y quiera formar parte de todos esos debates desde el deseo de crear el mejor de los mundos posibles para sus niñas?
Si antes de ser padre no aceptaba este silencio forzado, siéndolo me es inimaginable.
Si alguien no entiende que no hay mayor "ismo" ni más elevado que el que uno siente por sus hijas e hijos, poco conoce de la condición humana. Si el feminismo que viene no entiende que los cismas de una sociedad no se pueden atacar dividiendo, que discriminación sexual es también mandar callar a la mitad que te es extraña, y en definitiva, si no se nos permite a los que más sinceramente queremos un mundo mejor para las mujeres (para todas las mujeres, elijan mis pequeñas el camino que elijan en su vida) participar y poner nuestro granito de arena para crearlo, ni es igualdad, ni es feminismo, ni es debate, ni podrá triunfar en eliminar aquellas partes más feas de nosotros que en realidad encarna.
lunes, 31 de mayo de 2021
Con la misma moneda..
Igual te resulta familiar, más o menos lejano según si la última vez que "ligaste" fue en el instituto o si andas paseando por Tinder o cualquier página para contactos, para swinger o análogos con regularidad.
Empiezas a hablar con alguien, todo va fenomenal y hay una pequeña chispa de conexión e intereses compartidos... Esto te lleva a escribir más, a contar más, a demostrar mayor interés... Y de repente, como de la nada, casi puedes palpar como ese interés se esfuma al otro lado. Rara vez esa persona te lo va a decir pero las respuestas se hacen más cortas y espaciadas, las ideas de un encuentro nunca encuentran fecha y van resultando vagas, y en un momento determinado te ves ante el dilema de expresar claramente tu interés genuino y pedir un "veredicto" para dejar de sentir que quizá esa otra persona ya sólo contesta por cortesía (quizá, piensas, simplemente no es un buen momento, o tiene lío, o está organizando un viaje, o vaya usted a saber) o responder al desdén con el desdén, sabiendo que quizá eso hará que unos días después al otro lado se pregunten dónde te metes y pueda empezar un agotador tira y afloja. Normalmente (con excepciones) es sólo nadar para morir a la vista de la orilla, y no llevará a nada.
Creo que todos hemos estado a los dos lados de esta historia, aunque yo intento conscientemente huir de esta dinámica, tanto en uno como en otro. No porque no sienta las mismas pulsiones o sea inmune a esa sensación tan humana de que deseamos lo escaso y devaluamos lo "fácil", si no porque como en tantas otras cosas, creo que me sienta mucho mejor luchar y sobreponerme a mi primer instinto,
Al fin y al cabo, la comedia de Agustín Moreto que arriba veis la leí en mi primer año de instituto y aparte de hacerme reir a carcajadas me hizo ya entonces desear escapar de sus advertencias en mi vida personal. El éxito ha sido irregular, pero el esfuerzo no cesa. ¡La comedia no puedo hacer otra cosa que recomendarla a todos! Cualquiera podrá verse en ella reflejado de una forma u otra... aunque no tan agaraciado como quisiera...
¡Y dado que ya no tiene derechos de autor, la cuelgo aquí!
https://www.webeac.org/wp-content/uploads/2014/10/3Agust%C3%ADn-Moreto-El-desd%C3%A9n-con-el-desd%C3%A9n.pdf
Decía mi abuela, con esa sabiduría que sólo puede tener una asturiana que apenas pasa el metro cincuenta y ha levantado una familia en la postguerra (todos sabemos que esa generación en saber de la vida nos da mil vueltas, aunque sólo sea porque no les quedara más remedio) que "más vale ser engañado que ser desconfiado".
Yo pensaba que era un dicho popular, como su "nunca lluviú que noscampara", pero no he sido capaz de encontrarlo en esa forma en ningún sitio, con lo que me siento en la obligación de compartir esa perla siempre que puedo, para que no se pierda. Lo más aproximado que he encontrado sería:
Está claro que la idea es tan antigua como las relaciones humanas, y como tantas y tantas cosas, no tiene "solución", así que cada uno la resuelve a su manera. Y yo veo que en el fondo además de que nos gusten las cosas escasas y brillantes, cual urracas, hay bastante de esta reflexión en el fondo del fenómeno.
Incluso teniendo en cuenta el "Efecto Coolidge" de la entrada anterior, y sabiendo que los encuentros de este tipo pueden ser las más de las veces como barcos que se cruzan y no se vuelven a encontrar, creo que late un poco esa necesidad de protegernos. No sólo de seguir el instinto de que hacernos algo más "inaccesibles" aumenta el valor percibido (todos lo sabemos, es uno de los cimientos más firmes del marketing o de cualquier actividad en que un humano quiere convencer a otro del valor de algo), que también, si no de que quien nos interesa de forma genuina de primeras, es quien más puede acercarse a dejarnos una herida si al final nos falla. Y cualquier herida duele, aunque sea superficial y cure rápido... ¡si no que nos lo digan a los que somos torpes y siempre nos acabamos cortando con algún folio!
Así, veo peor cubrirme las espaldas de inicio y ser el primero en ocultar mi interés o maquillarlo cuando alguien se me cruza que lo merece, que llevarme el jarro de agua fría por demostrar un entusiasmo que genuinamente siento. Decido arriesgar y tender la mano, aún sabiendo que a menudo de esto pueda derivar un interés menor de la otra parte.
Lo hago como declaración de intenciones y aprovecho este post para explicarlo: no me sobra el tiempo ni me falta el criterio. No regalo mis palabras ni mis ratos a cualquiera porque sé que el tiempo y la atención son dos riquezas de las que nadie puede tener más que otro y que se han de administrar bien.
Por eso precisamente, si me interesas, si te dedico mi tiempo, me interesas de verdad, creo de verdad que hay algo, grande o pequeño que podríamos experimentar juntos, o aprender el uno del otro. Sea el destino una cena, una risa, una noche de lujuria o un choque dialéctico, has llamado mi atención y prefiero ser "engañado" que ser desconfiado en mostrarla tal cuál es.
Quizá así entendido se vea que si pese a cierta indiferencia persisto, no es porque valore poco mi tiempo o mi criterio, si no porque lo tengo en gran valor, y una vez que lo regalo, quiero asegurarme cuando menos de que si incluso no se va a aceptar, se haya recibido alto y claro.
Agradecería siempre ser pagado con la misma moneda, y que si la vida es muy corta para jugar al desdén con el desdén, nos queramos unos a otros lo suficiente para saber que es muy corta para pagar el interés sincero con la indiferencia no aclarada...
Esta "misma moneda" puede ser una simple línea que diga "he cambiado de idea, no quisiera seguir charlando contigo" o que diga "no es el momento, pero me resultas interesante y no me pesa admitirlo, ¿qué te parece si te escribo yo en unas semanas, cuando lo sea?" Sienta fenomenal cuando ocurre, es refrescante, y al fin y al cabo, cualquier desconocido es sólo un amigo en potencia... Y a todos nos gusta tratar lo mejor que podemos a los amigos, ¿no es cierto?
No sé si conseguiré cambiar alguna opinión, pero prometo no cambiar la mía. Desconocida de internet, si me has llamado la atención, voy a asegurarme de que lo notes, porque tengo tiempo para juegos (de eso se trata), pero no para el de ponerme caretas y ocultar mi entusiasmo o maquillar mis intenciones.
¡Espero que sea para bien!
Efecto Coolidge
El Efecto Coolidge toma su nombre de una supuesta anécdota atribuida al trigésimo presidente de los EEUU, Calvin Coolidge, y su esposa, en una visita a una granja.
La broma es más o menos así:
Al Presidente y la Sra. Coolidge les estaban mostrando por separado una granja experimental gubernamental. Cuando la Sra. Coolidge accedió al área de las gallinas, advirtió que uno de los gallos se apareaba continuamente. Le preguntó al encargado por la frecuencia real de estos apareamientos, y éste le respondió: «Docenas de veces al día». La Sra. Coolidge dijo: «Por favor, mencióneselo al presidente cuando pase por aquí».
Tras habérselo contado, Coolidge preguntó: «¿Con la misma gallina cada vez?». La respuesta fue: «Oh, no, señor Presidente; con una gallina distinta cada vez». Coolidge concluyó: «Por favor, mencióneselo a la Sra. Coolidge»
Aparece mencionado con ese nombre desde 1958, y aunque en forma de anécdota pueda producir enojo, sonrojo o cachondeo, según, corresponde a una realidad experimental en modelos animales.
Es fácil encontrar artículos tanto de biólogos, como de encocrinólogos, genetistas o sexólogos dando puntos de vista distintos sobre esta realidad empírica. En su formulación experimental clásica (os invito a mirar directamente el artículo de Wikipedia, que os hará gracia) se refiere a ratas, pero se ha podido documentar incluso en escarabajos, peces... Se podría decir que es un comportamiento casi universal entre los seres de reproducción sexual, por la clara ventaja evolutiva que implica la estrategia.
Ahora bien, si nadie duda que somos animales, tampoco nadie duda que nuestro córtex frontal y nuestra cultura muy a menudo nos llevan a comportamientos que no están del todo alineados con los de nuestra inclinación inicial, y por buenas razones.
Así pues, no vengo aquí a soltar el efecto Coolidge como justificación "natural" de mis devaneos, porque no creo en absoluto que "natural" sea equivalente de bueno.
Seguir mi inclinación "natural" podría llevarme a devolver una falta sin mala intención en un partido de futbol con un puñetazo (no lo hago porque conozco las reglas del juego del fútbol y las reglas del juego social, y decido respetarlas), a coger algo que no es mío si me apetece (no lo hago porque entiendo los beneficios del respeto a la propiedad privada) o a la glotonería y la pereza (no lo hago porque conozco sus consecuencias acumulativas sobre mi futuro).
Eppur si muove... En mi caso sí reconozco que el Efecto Coolidge entra en mi modo de deseo, en mi comportamiento sexual y en mis preferencias por una u otra situación o mi propio... desempeño sexual en determinadas fiestas o compañías en que el deseo parece inagotable, en contraste con otras en que parece que nos elude.
En el escenario experimental original, una rata macho se aparea hasta el agotamiento con varias hembras, hasta que llega un punto en el que esas hembras no consiguen que lo haga de nuevo ni aunque le estimulen de diversas formas. Sólo la entrada de una hembra nueva en la ecuación hace que encuentre las energías para una última bala... (¡No vale enfadarse conmigo o con "los hombres" por una observación experimental en ratas!)
¿En que consistiría este Efecto Coolidge ya algo más "pensado" que el de las ratas no obstante? En que sí, es cierto, en esto de las travesuras con poca ropa, que una mujer (soy heterosexual, así que una mujer es en mi caso) sea una nueva amistad, le da un plus de interés. Puede ser efímero, puede morir por poca cosa, pero está ahí en cualquier caso, y su peso se deja notar tanto en las conversaciones de whatsapp como en las miradas en un local o los km que uno está dispuesto a recorrer para una cena.
Puedes ser consciente de ello y mitigarlo o sacarlo de la ecuación, puedes valorar otros mil factores diferentes que apaguen su influencia, pero Coolidge está siempre ahí acechando, nos guste o no.
Uno de mis podcasts favoritos es "Cautionary Tales", de Tim Harford.
https://timharford.com/articles/cautionarytales/
En un episodio concreto y reciente, Tim comienza a contar la historia de Claude Shannon (no encaja bien aquí, pero escuchadlo... es un genio fascinante) con la moraleja de los peligros de no mantener un propósito bien enfocado en nuestros esfuerzos... para acabarlo con una reflexión que no es nueva pero que resume muy bien sobre los recuerdos, la experiencia comprimida y el paso del tiempo. Shannon es el padre de la teoría de la información moderna, y el que estableció el marco matemático y conceptual sobre cómo la información se describe, almacena, transmite y comunica. Si sabes lo que es un bit, agradéceselo a Shannon.
https://timharford.com/2021/05/cautionary-tales-fritterin-away-genius/
"One of the intriguing ideas in Shannons mathematical theory of communication is that the message can be compressed to the exact measure that it is predictable [] The same is true of the way we remember our lives. A life that's too predictable creates few memories; life in lockdown was thin and forgettable. If you want a full life, keep searching new experiences"
¿Qué tiene esto que ver con nosotros?
Bueno, la compresión de un mensaje puede ser mayor o menor cuanto más previsible sea el mensaje en si mismo. Si el mensaje permanece casi inalterado durante mucho tiempo, sólo necesitamos describir sus pequeños cambios. Si da grandes saltos, necesitamos mucho más esfuerzo para reflejar esa novedad.
Esto lo hemos experimentado todos en nuestra vida cotidiana. ¿No? Sí. Por ejemplo, cuando en una película una escena es muy estable, la definición es fantástica. En cuanto empieza la batalla y hay cientos de actores repartiendo estopa por la pantalla, es fácil ver pequeños cuadrados que hacen la imagen algo borrosa y que representan la imposibilidad de representarla con la misma fidelidad por el algoritmo de compresión. O se aumentan mucho los datos, o se pierde detalle, no hay otra opción.
Pero no sólo nos pasa al ver Netflix.
Viajar es esto. Probar otra cocina es esto. Escuchar un género musical con el que no estás familiarizado o leer una novela sorprendente, es esto. Tres días en Roma parecen el equivalente a tres semanas en casa en nuestra memoria porque los estímulos tan diferentes llenan cada día haciendo que sea difícil aglutinarlos en un sólo recuerdo continuo; se sazonan de momentos, de imágenes, de eventos, y resultan mucho más ricos por ello, con lo que el tiempo parece haberse alterado.
Sospecho que mi inclinación a dejarme llevar en ocasiones por el Efecto Coolidge también es esto; son las ganas de viajar y sentirse un poco nómada, la tentación de ver una cueva y entrar a ver hasta dónde llega, la emoción de no poder parar de leer hasta decubrir cual de los desenlaces imaginados ha elegido el autor del libro... y en este caso la de los cuerpos no explorados, las fantasías no desveladas, esos movimientos "Out of Book" que hacen la vida un poquito más picante. Son las variaciones Goldberg de las que hablaba ya en otra antigua entrada.
Nos dice Tim:
"One of the intriguing ideas in Shannon's mathematical theory of communication is that the message can be compressed to the exact measure that it is predictable [] The same is true of the way we remember our lives. A life that's too predictable creates few memories; life in lockdown was thin and forgettable. If you want a full life, keep searching for new experiences"
Y a mi, buscando otras experiencias, me vienen a la mente otros dos libros que recomendar, y se me hace curioso pero extrañamente apropiado que en una entrada sobre ratas que no paran de buscar echar un polvete nos aparezcan Shannon, Hofstaedter y los algoritmos de la vida... porque se trata de la diversidad de los intereses y de desafiar la compresión de nuestra experiencia, ¿no es eso?
Esto no significa que nuestro único propósito sea la novedad. Somos mucho más complejos. Muchos esquiadores dicen que el mejor momento del día es quitarse las botas. Muchos viajeros hablan de las delicias de volver a casa. Muchas parejas swinger te dirán que lo mejor después de un finde de locura es despertarte el lunes en tu cama, en tu casa, con tu pareja y tus rutinas y poder vivir tu vida cotidiana con una sonrisa y ninguna herida.
En "Algorithms to Live By" se describe también este esquema matemático. El equilibrio entre exploración y confort va cambiando a lo largo de la vida, y por supuesto de una persona a otra. A veces quieres ir a tu restaurante favorito y pedir "lo de siempre", a veces quieres probar el nuevo que ha abierto en la playa, aunque el estilo no es el que más te va y ves probable que cuando llegues a casa te hagas un sandwich para compensar el platito de cocido deconstruido por el que has pagado 60 euros.. No hay una sola respuesta, nadie "tiene razón" y ni siquiera uno hace siempre las cosas de la misma manera.
https://algorithmstoliveby.com/Nadie dice que vale todo. Hay que tener en cuenta a tu pareja, a la persona que acaba de despertar tu interés, tus acuerdos previos, los posibles inconvenientes y sensaciones propias y ajenas que derivan de dejarnos llevar (y es que es distinto "dejarse llevar" como decisión consciente de seguir un impulso que "ser arrastrado", como imposibilidad de resistirse a él).
Jamás diré que este fuego nunca quema o que escuchar determinados instintos no entraña ciertos peligros. Recorrer los caminos a los que lleva cruzar el cuarto muro es una aventura entre otras cosas precisamente porque también arriesgamos algo de nosotros en el proceso. Instintivamente pensamos que lo conocido es seguro (incluso "lo malo conocido") y que nada nos ocurrirá si no nos salimos del camino. Olvidamos entonces que inevitablemente nos salimos, y que a veces el dolor más intenso es el del arrepentimiento de las vidas que no viví y las veces que no arriesgué, más que el de lo que perdí cuando fui fiel a mí mismo.
Resulta al fin que "Coolidge para humanos" deja de ser sólo una derivada de las estrategias de los machos para pasar sus genes a la prole para ser una faceta más de cómo elegimos vivir y experimentar el equilibrio entre nuestros deseo de estabilidad, confort y seguridad, y nuestro deseo de aventura, incertidumbre y de una vida que desafíe a la compresión y a la posibilidad de ser descrita en pocas líneas....
Por esto, al hablar del efecto Coolidge aquí, no animo a nadie o justifico nada. Tan sólo quiero reflexionar sobre mis por qués y que el lector, si en algo nos parecemos, se sepa acompañado. No debes tener "más nuevas experiencias" por conocer esto, ni debes dejar de reconocer la belleza del rostro familiar, del sabor favorito, de tener "tu mesa" en el bar de abajo...
Yo diría vive, mezcla, explora en la medida que quieras, pero al menos si tienes las pulsiones que yo.. acompañame en lo que un griego supo ya escribir en piedra en Delfos: Nosce te ipsum (en latín, claro), conócete a tí mismo, quizá es el único camino.
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(Lo que sigue es una reflexión para quien quiera explorar mis locuras, y algo que no debe leer quien no quiera que le duela la cabeza intentando imaginar de qué está hecha la realidad en un post del blog en que menos se lo podría esperar. Leáse bajo su propia responsabilidad.)
https://es.wikipedia.org/wiki/G%C3%B6del,_Escher,_Bach:_un_Eterno_y_Gr%C3%A1cil_Bucle
En Godel, Escher, Bach, uno de los libros que nunca acabo pero nunca poso, se describe de forma hermosa la perplejidad del Zen relacionada con la "renormalización de las partículas subatómicas". No nos asustemos, tiremos sólo de imaginación:
Las partículas subatómicas, digamos, el fotón, existen a la vez en muchos estados diferentes. Esto es inexplicable para nuestro sentido común, pero es innegable para nuestros experimentos. Es más, en cualquier momento, se transforman en cualquier otra cosa; sabemos que un fotón puede transformarse en un electrón y un positrón, que inmediatamente se aniquilan y vuelves a tener un fotón. Parece que nada ha ocurrido, pero no: en los cálculos que hagamos sobre el comportamiento del fotón, tendremos que tener en cuenta el tiempo que previsiblemente ha pasado en forma de "positrón-electrón" para conseguir mayor exactitud.
Pero resulta que ese electrón ha podido al mismo tiempo transformarse. Y también sus partículas "hijas", hasta el infinito. Nosotros elegimos el nivel de detalle con que queremos mirar y conocer la realidad, y en qué punto deja de tener importancia ir un nivel más allá, pero los niveles existen hasta el infinito y están a nuestro alcance.
Vivir es esto, pensar es esto, y todos los niveles son reales. Elige tu camino y nunca olvides que ninguno, nunca, puede ser "el camino".
Y ahora disfruta de algunos diagramas de Feynmann, que los hay hasta con forma de pingüino. Si eres como yo... compra el libro, y comentamos. Que no sólo de muro vive el hombre.. ;)