domingo, 5 de febrero de 2012

Nuestro primer encuentro... K&L


He aquí algo rescatado de otros tiempos y otros lugares... Pero no menos real o irreal que el resto de cosas que en este blog se cuentan. Ustedes deciden. ¡Y espero que al menos algunos, disfruten compartiéndolo o comentándolo con nosotros!

Sin más, ahí va. :)



Mi primera experiencia real como sumisa

Aparentemente es una mañana más para ella. Se levanta contenta pero perezosa, aunque corre al ordenador para ver si hay algo de El; sí, de la noche anterior… y tras una primera lectura de corrido se pone aún más contenta; se asea, desayuna algo y toma el café mientras ojea el periódico de la mañana. Él va a dedicarle hoy un tiempo extra, y eso es razón de sobra para ir satisfecha a trabajar a la tienda… Relee su mail, lo contesta brevemente, y sale paseando hacia el trabajo.

************************************************** ***
Hoy, (mañana, el martes por la mañana, en definitiva) voy a dedicarte más tiempo, gatita. Te lo mereces, y el momento se acerca…
Así que no hay email, ni tareas. Mañana me quedaré por aquí por la mañana para charlar contigo; hay mucho que decir.
Cuando llegues al trabajo y te sientes a mirar corriendo si hay algo mío… Sí, aquí está. Soy yo. Hazme una llamada perdida al móvil o envíame un mensaje para hacerme saber que has llegado. Tengo mucho que organizar, procuraré madrugar un poco y tenerlo medio rematado antes de q llegues. Te espero hacia las 10:30… No tardes!
Dulces sueños.. Has olvidado tus preguntas, gatita! Un descuido imperdonable. No me gusta verte ser descuidada o no valorar tus regalos.. Mucho me temo que tu “despiste” irá en detrimento de las respuestas que se te concedan… 
************************************************** ***

Al llegar y abrir la tienda, ya casi le siente al otro lado. Tiene que esforzarse por mantener un orden de cosas y no tirarse a la pantalla antes casi de encender las luces, o de quitarse la chaqueta. Sabe que pasará la mañana con él, que volverá a beber de sus palabras, y es todo impaciencia. Lo que no sabe, a medida que pasa la mañana charlando alegremente, o cuando desde casa sonríe tímida a la cámara pensando que es un juego más, es lo que va a ocurrir esa misma tarde…


Hablan y hablan desde la tienda, desde su casa. Hablan sin parar y ella siente como sus sentidos van cediendo, cómo a medida que las frases fluyen las preguntas en su mente cambian de un “qué” a un “cuándo”, de un “y si…” a simplemente un “cómo”. Y sin darse cuenta va cayendo hacia el umbral, aunque lo hace tranquila…

Aún no debo preocuparme, está muy lejos el momento en que tendré que dar el paso… Sí, me lo ha estado insinuando, y claro, me ha dicho que me ponga falda. Pero sólo quiere ponerme nerviosa… Ayer hizo lo mismo, y tampoco vino… Puedo estar tranquila. No va a venir. Puedo estar tranquila.

Sin embargo el no aparece a la tercera cita. En su lugar, unas pocas palabras, apresuradas:

Me he tenido que ir, gatita. Este rar tiene un archivo con contraseña. Instala algún programa para poderlo descomprimir cuando te llegue. Te la enviaré en un mensaje.

Un beso...
Toc, toc...


Pero… Pero… ¿Cómo que “toc, toc”? ¿CÓMO QUE “TOC, TOC”? ¿”Toc, toc” es llamar a la puerta? La gente sólo llama a la puerta cuando está al otro lado. No puede ser. No puede venir. Hoy no. No estoy preparada, es demasiado pronto. No puede ser. ¿Ayer le dije dónde trabajo y hoy se va a presentar aquí? Debo de estar loca… Debería cerrar la tienda ya y salir corriendo antes de que llegue. Respira un segundo y se da cuenta de que aún no ha intentado abrir el archivo. Seguro que la clave es “gatita”, y así sabré lo que me espera. Prueba con gatita. No. ¿Amo?. No. Demasiado fácil… ¿Alba? ¿amohector? Dios, esto es imposible. ¿Kitty? ¿Cat? ¿Catty? No va a haber manera.


Ella pasa la tarde esperando que algo en la pantalla le diga que el se ha conectado. Al fin y al cabo, si está en un ordenador, no está aquí. Si está en un ordenador es que no va a venir. Está segura de que los clientes notan su despiste y sus sonrisillas nerviosas. ¿También notan ellos el extraño comportamiento del tiempo? Por momentos parece que da saltos, que se come los minutos, que las ocho y media ya están ahí y le han robado horas sin darse cuenta. En otros, se detiene, ella se muerde el labio y observa atenta el segundero, cada instante se hace eterno bajo la luz de su propia impaciencia…

Hasta que llegan inexorables los signos de lo que va a ocurrir, y todo se precipita;

A las 19:17 Él llama, dos minutos y medio le bastan para decir que está en camino, “cómo se llega hasta esa calle, gatita?"

A las 20:18 Él llama, en cuarenta segundos le da la clave para abrir el correo, y cuarenta vueltas a la boca de su estómago.

A las 20:28 Él llama, otros cuarenta segundos, preparada, gatita, luces apagadas, sentadita y tranquila, ya te veo desde aquí.


He tenido que irme antes de tiempo. Pero antes de irme, quería hacerte un pequeño regalo… Estás ante una difícil decisión, y la balanza está muy compensada. Aún así, no podría permitir que mi gatita se quedase sin un atisbo de lo que siempre ha querido sentir.
Si estás leyendo esto, es porque ya tienes el password, y yo estoy cerca. Si estás leyendo esto, respira hondo. Ve a colgar el cartel de “cerrado”, y vuelve a respirar. Vas a dejar la puerta abierta pero con las llaves por dentro. Y vas a sentarte de espaldas a la puerta, con la cara entre las manos, no vale mirar, y a esperar muy quietecita. Con el móvil muy a mano para recibir mi llamada. Entraré, cerraré por dentro, y vas a estar con los ojos cerrados de espaldas a mí y la cabeza baja. Te voy a hacer un pequeño regalo, en tu terreno, allí donde te sientes segura y sabes que es tu feudo. Respira, gatita, no durará más que unos minutos. Recibirás por teléfono más instrucciones… ¡¡¡Atenta!!!
Con mucho cariño,
M.


Oye por fin la puerta, ésta vez sí. Se ha movido, seguro… ¡Y pasos! Él ha franqueado el último umbral y ella ni siquiera puede volverse a ver su cara… ¿Cómo será? ¿Me estará sonriendo? ¿Es su gesto ahora severo o tierno? ¿Va a decir algo? Por favor, que diga algo, no puedo más…

Él la ve sentada de espaldas. Ha colocado un banco bajo en mitad del pasillo y está casi acurrucada sobre él. Es frágil, delicada… Su cintura es fina y la camisa se pega a ella al tiempo que refleja el movimiento de su tórax, que asciende y desciende rápidamente. Y él piensa “tranquila, gatita.. Respira, gatita…”. Alarga sus manos para tocarla. Se da cuenta de repente, ¡están frías! No suelen estar frías. Una deliciosa tortura en cualquier otro momento, pero no ahora. Ahora debe sentir su calor y su cariño, y las posa suavemente sobre sus hombros. Ni siquiera quiere darles un masaje: el mero contacto es electrizante. Es ella, por fin. Es ella, en sus manos. Es Ella, la que siempre ha buscado, y una sonrisa atraviesa su rostro. Cree intuir que quizá lo ha alcanzado desde el rostro de Alba… 

No puede ser… Por fin ha ocurrido. Jamás pensó realmente que ocurriría… ¿Cómo he llegado hasta aquí? Siente las manos de un desconocido en su espalda y no puede hacer otra cosa más que desear que se lancen a sus pechos. Siente su boca en el pelo, escucha su susurro, y se debate entre el llanto, la risa, entre volverse y besarle o salir corriendo, pero no, sólo se queda quieta, ¿acaso no eran esas sus órdenes? Quieta, muy quieta y no podré equivocarme…


Se toma su tiempo jugando en su pelo. Sólo va a quedarse unos minutos, pero no hay razón para la prisa. Paladea el primer contacto con la mujer en la que ha puesto su ilusión, revolviendo su melena, tocándola sólo con levedad, escuchando su respiración, y respira con ella, esperando hasta notar cómo se reduce el ritmo de forma casi imperceptible. Trata de empaparse de su olor, de la suavidad de sus cabellos; se retira brevemente y saca algunas cosas de sus bolsillos. Una bufanda gris e inocente, algo que no despertará sospechas ni preguntas, una prenda sin historia que recordará a ambos ese día para siempre, y forma con ella una venda en torno a los ojos de ella…No se mira, gatita…

Ella siente su aliento en el cuello, y pocos segundos después se aparta. ¡No te vayas! ¿Tan pronto? Sin embargo oye cómo se quita la cazadora y saca algo de sus bolsillos que va dejando en la estantería cercana. Se acerca de nuevo, le quita el teléfono, y se lo lleva. Ahora no tengo nada con que jugar en las manos, y va a notar aún más fácilmente mis nervios. ¿Qué voy a hacer? ¿Qué ha traído? Siente como el pone algo entorno a su cabeza, le cubre los ojos con un tejido suave, una bufanda, seguro. Se deja hacer, se deja vendar por un completo “desconocido” que conoce sus secretos, un desconocido que sin embargo es todo lo contrario a un extraño. Sonríe de nuevo por los nervios cuando él tarda unos segundos en anudar la bufanda intentando no enredarse en su melena, y luego, el fin. La bufanda está anudada, sus manos están libres… ¿Qué hará ahora conmigo? 

Por fin ha conseguido anudar la bufanda y disfruta de la quietud de su juguete recién nacido. Coloca sus brazos a lo largo de los de ella, y respira de forma audible, lenta y profunda, para marcarle a ella el ritmo que debe seguir. Le permite unos segundos más y memoriza el olor de su pelo, antes de ordenarle levantarse. En pie, gatita, vamos a dar un pequeño paseo. Ella se levanta, muy erguida. Con tacones es más alta que él y lo cierto es que está preciosa. La falda marca perfectamente un culito apetitoso y duro, que él sabe será fuente de muchas alegrías. Sus muslos rectos y suaves, su melena enmarcando su cuello delicado… Todo está en armonía perfecta, y ella está tranquila, todo lo tranquila que puede estar en ese momento. Ambos se dan cuenta de lo inapropiado de su calzado, que desentona. Son incómodos, probablemente; desentonarán con su ruido en la quietud del momento, en el sólo sonido de sus suspiros, y no corresponden a una gatita confiada y a gusto que ronronea por primera vez entre las piernas del Amo.


Se levanta y por un momento cree perder el equilibrio. Posiblemente sólo una ilusión. ¿Dónde me llevará ahora? Aún puedo salir corriendo. No, no es verdad, no puedo. Nota sus manos en sus caderas, y sabe perfectamente que no se detendrán ahí. Le nota juntarse a su espalda y siente como mira alrededor buscando el lugar idóneo. La guía hacia delante. “¿Este es tu probador, gatita?” Sólo puede asentir levemente. Nunca imaginé que lo estrenaría así. El probador es muy pequeño para dos personas, él estará muy cerca, ¿qué voy a hacer?. Ideas inconexas que no dejan de cruzar su mente, pero entra dócil, y se coloca en una esquina, expectante. Siente como él se agacha y le quita los zapatos de tacón, y se siente aliviada por un solo gesto trivial, por poner los pies en el suelo, porque estar descalza tiene un cierto sabor a estar en casa… ¿Cómo es posible que en toda ésta situación lata ese sentimiento de estar, por fin, en casa? No tiene tiempo a profundizar en la pregunta, porque las manos de Él ya ascienden por sus muslos, ya tiran de su falda…

Es difícil elegir. ¡Hay tanto por enseñarle! Y toda su piel merece atención. Pero será mejor la belleza de lo simple. Unos pocos gestos bastarán para que comprenda, es muy lista, y ella destilará de ahí todas las enseñanzas del día de hoy. Él disfruta con sus muslos, pasa una mano por su cuello, sus caderas, sonríe ante lo firme de sus pechos, y ante sus movimientos disimulados, frotándose contra él sin poder evitarlo. Empieza a subir su falda, siente ya el encaje de sus braguitas, y disfruta jugando por fuera de ellas, de momento. Nota como ella se pone tensa, se arquea, dice bajito su nombre, pero no dice “no”, no dice “para”, no abre los ojos o se arranca la venda… Sólo dice su nombre. Para ayudarla a superar las dudas busca sus manos. Entrelaza sus dedos con los de ella, le transmite confianza. Tranquila, gatita. Soy yo. Estoy aquí, contigo; no te va a pasar nada malo, pero es necesario que seas obediente. Siente como ella devuelve el apretón, como diciendo, sí, te doy la mano, cojo aire, y crucemos. Siente como se relaja un poquito, y él mete la mano en sus braguitas. Lo nota suave, está muy arregladito, seguro que será una delicia cuando pueda disfrutarlo en condiciones. Pero ahora no se trata de divertirse, se trata de enseñarle una lección y dejarle un mensaje. ¿Es verdad que estás siempre tan mojadita? Vamos a verlo… Sin dudas, su dedo entra en ella y comienza a acariciarla, al tiempo que las respiraciones se hacen mucho más audibles…

¿Cómo es posible que le haya dejado hacer esto? Pero por favor, no pares. En dos segundos en mi sexo y ya estoy jadeando. ¿Qué me has hecho? Pero tengo que parar. Tengo que parar. Tan sólo un segundo más y pararé… Un solo segundo. 


Vaya, vaya… Verdaderamente está mojadita. No debe estar tan incómoda después de todo. Pobrecita, vaya momento le estoy haciendo pasar. Y se está portando tan bien… Se merece comprobar conmigo que su cuerpo va por libre.

¿Y ahora qué hace? Él lleva el dedo directamente de su coñito a su boca, y ella abre la boca tímidamente para luego limpiarlo, ávida. ¿Pero por qué me lo quita? ¡Se lo lleva a su propia boca! No le he dejado nada. ¿Y si eso le hace enfadar? Aunque a lo mejor sólo lo moja otra vez. Por favor, que lo moje otra vez…

Le da la vuelta y la pone contra el espejo. El tiempo pasa veloz, y la lección está casi aprendida. La besa suavemente en los labios, y aunque sabe que ella no puede abrirlos, aunque sabe que aún no puede corresponder e ir con su lengua al encuentro de la de Él, nota su calor, y su suave aliento, nota como tiembla al recibir esos besos, y es suficiente. Arrodíllate, gatita, vamos. Sabe lo que piensa ella al oír eso. Sabe que está deseando hacerlo, abrir su boca, dejarse llevar, empacharse del semen de su Amo. También sabe que no puede hacerlo, y que no es el momento, pero ella puede ir más allá. Puede dar un paso más en su confianza, demostrar su fe caminando de la mano de su Amo por el borde del precipicio, tocar sus límites. Le da un único azote, una simple llamada de atención; he dicho que te arrodilles.

Y ella lo hace. El azote le arranca una sonrisa y sin darse cuenta está de rodillas, ha sido automático. Un nuevo golpe de lucidez. El miedo es más fuerte que nunca. ¿Debería bajar yo sus pantalones? ¿Me va a abofetear? De verdad cree que le voy a hacer una mamada. Quiero hacerle una mamada. Quiero pasar la vida haciéndosela. No puedo hacerle una mamada. No así. No ahora. Por favor, Amo, no ahora. ¿Qué? ¿Amo? ¡¿Pero qué digo?! Si, por favor. No, te lo ruego. No quiero que te vayas, no sé si puedo soportar que te quedes…

Vas a quedarte ahí, muy quietecita, hasta que suene tu móvil, gatita. ¿Entendido? No te preocupes, la bufanda ya me la devolverás el lunes. Él se agacha, la besa una última vez; suave, en sus labios cerrados. Sale del probador cerrando la puerta detrás de sí. Deja una pequeña caja alargada frente a la puerta. Al abrirla, la tirará, y la verá. Mira a su alrededor y piensa en esconderle el otro regalo en la tienda. En*****do en cualquier sitio, colgando entre otros objetos, para descubrírselo al día siguiente, o después de muchos días. Seguro que sería una sorpresa que la alegraría, pero no. Se lo ha ganado, y lo necesita. Deja una M plateada sobre el teléfono. Antes incluso de cogerlo para hablar con Él, lo verá. Sus primeras palabras estarán nubladas por el hecho de que intuye que se ha ganado su collar…

Una sumisa ha nacido; la semilla ha sido plantada en lo más profundo.




4 comentarios:

  1. Me pone completamente enferma esta historia.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegra oirlo... Estoy seguro de que a todas nuestras lectoras y lectores les pondrá muy malitas también cuando les cuentes la tuya... Lo harás si te lo pido? Bueno, o más bien, dime cómo pedírtelo para que lo hagas? :)

      Eliminar
    2. Haría lo que me pidieras...aunque eso lo digo porque estoy aquí sentada y húmeda pensando en tu relato. Cuando te tenga delante... sólo te prometo que seré buena, pero imposible ser tan buena como Katze.

      Ya he rellenado la solicitud. Ahora espero que me den permiso ;)

      Eliminar
  2. Además de vivirla, te pediré que la escribas, y nos la cuentes a todos.. y te lloverán a ti aún más las solicitudes de lo que ya te llueven.. XD y quizá Greg desde su punto de vista? una suerte de crisol para verla desde todos los ángulos..

    Claro que mi ángulo preferido es un picado que enmarca perfectamente tu culito redondo arrodillada a mis pies, las manos cruzadas en tu espalda, esa sonrisa que haces con los ojos, la lengua jugando, y mi polla buscando el fondo de tu garganta... Ese, también lo contaremos? :)

    ResponderEliminar

Estamos deseando saber lo que tienes que decir... ¡Deja tu graffiti en nuestro muro!