lunes, 22 de abril de 2013

Cuestiones de Género...

Y ahora qué hacemos? XD

En la última semana he tenido dos pequeñas "ediciones" de un debate con múltiples ramificaciones que surge periódicamente cada vez que un grupo de amiguetes se sientan a tomar un café y arreglar el mundo.

Cómo ya sabéis los que leéis el muro, me preocupan las palabras y disfruto reflexionando sobre ellas. En otras entradas como las dos anteriores a esta o "Presentando mis respetos" me he metido ya en estos jardines. Intuyo sin embargo que éste puede despertar alguna ampolla más, pues todo el mundo tiene una opinión, por lo general algo visceral, sobre el asunto.

Por un lado surgió la duda comentando el caso de hace un par de años de un paciente transexual, cuyo nombre en la lista era pongamos por ejemplo "Francisco", que pidió en consulta ser llamado "Jenniffer" (se escribe con dos "enes" y dos "efes", nos insistió) y recibir el informe con ese nombre con el que a sí misma se identifica. (El por qué de escoger ese nombre para sí y la alta frecuencia observada de nombres de ese tipo entre quienes hacen esta transición, se nos escapa a mi y a la intención de ésta entrada).

Como habrán observado muchos, en la propia frase he cambiado de "un paciente" a "a sí misma", y la misma actitud defiendo yo que se merecía Jenniffer en consulta. En ocasiones mantener el género al referirse a ella podía ser confuso, dados sus rasgos faciales, y cierta disonancia con el aspecto de sus genitales, o caracteres sexuales secundarios (su buen par de prótesis de mama, como os podéis imaginar), pero por muy interiorizado que pueda estar en nuestro inconsciente, creo que es un esfuerzo que exige el respeto.

Para quien pueda interesar la solución final que di al dilema, hela aquí, puesto que me pareció una forma ingeniosa de contentar a todo el mundo y quizá a alguien le sirva! La paciente no quería ser llamada en su informe "Francisco", y yo por propiedad en el informe y por evitar confusiones futuras, no consideraba que pudiera llamarla en él "Jenniffer" por mi cuenta y riesgo. Tras pensarlo un poco, le propuse poner en el mismo F. J. y sus dos apellidos, dejando el resto a la imaginación e insertando ahí sólo un "segundo nombre" que normalmente tiene pocas consecuencias en español. Se mostró satisfecha, y yo también.

Comentando éste caso, como decíamos más arriba, surgieron entre mis compañeros varias opiniones enfrentadas sobre sexo, género, y la forma correcta de referirnos a "F.J.".

Por un lado estaría llamémosle el "fundamentalista genético" cuyo argumento sería aproximadamente: ha nacido XY, luego es un varón y se le debe tratar de "él".

Por otro el que a mi me gustaría llamar "fundamentalista genital", cuya única preocupación a la hora de escoger usar "él" o "ella" sería saber si la cirugía de cambio de sexo estaba ya o no completa. Sería "él" antes de empezar, "ella" tras la cirugía genital, y un estado intermedio en el caso de "F.J.", tras la operación de pecho y previamente a la terapia hormonal y a completar la cirugía.

El problema con el fundamentalista genético es que en cuanto uno indaga brevemente se encuentra con muchos casos de difícil solución, por ejemplo con llamativas consecuencias para el deporte o incluso la escolarización. Existen distintos síndromes (no nos pongamos técnicos) de personas XXY, XYY, XXX, o XY con un déficit en los receptores de testosterona, así como distintos trastornos hormonales, cuyo fenotipo puede dar lugar a dudas sobre si podemos adscribir a tal o cual individuo a la etiqueta de "hombre" o "mujer".

El del fundamentalismo genital se encuentra con niños nacidos con genitales ambiguos, o incompletos, o con vestigios de ambos órganos masculinos y femeninos, o con genitales aparentemente femeninos y la presencia de testículos intrapélvicos, o de otros trastornos hormonales... Tampoco parece un criterio definitivo.

Todo lo anterior puede convertirse en consideraciones académicas, aunque en ocasiones pueden tener consecuencias muy reales. Lo que a mi me interesa destacar aquí es que más allá de divagaciones médicas, en el ser humano el problema del género es ante todo una cuestión de identidad. 

El caso de los transexuales no es más que el extremo de un espectro en el que la identidad personal y la identidad social y biológicamente asignada, no coinciden. Es difícil imaginar la dureza de enfrentarse al hecho de que "Yo" no me siento como los demás me ven, y de que ellos se puedan negar a tratarme en muchos casos de acuerdo a cómo me defino y percibo a mi mismo.

La solución, una vez más, creo que está en el respeto a la libertad individual. En la aceptación de que no podemos siempre comprender la experiencia del mundo que tienen otras personas, otras culturas, otros tiempos... Pero si ejercer nuestra enorme capacidad para la empatía, que la tenemos si la dejamos aflorar, y comprender que nadie salvo F.J. tiene derecho a decidir si el lenguaje debe tratarla como "él" o "ella".

Yo desde luego me sentí avergonzado cada vez que se me escapó el masculino, y aliviado con su tolerancia a mis deslices, pues creo que era evidente mi esfuerzo por asentarme en el femenino como era su deseo. Y rompo aquí esta pequeña lanza en favor de que, en lo posible, tratemos de definir y acotar las clasificaciones de las rocas, las bacterias o los tipos de enana roja, pero nunca tratemos de imponer nuestras estrechas definiciones a la realidad innegable de la diversidad de las personas.




P.D.- No se me escapa que dije "dos cuestiones". La segunda es sobre el uso de moda en los últimos años de formas como "españoles y españolas", "compañeros y compañeras", o ya rizando el rizo "militantes y militantes" (sic), así como de la proliferación de palabras como "testiga", "notaria", y similares. Creo que se adivina cuál será mi postura, aunque quizá no... Una cosa es la libertad, y otra el lenguaje, y ahí si es necesario conocer y respetar las reglas! Invito a quien esté interesad@ a que abra fuego, pues se antoja candente, si la gente se anima a subirse al carro.. XD



2 comentarios:

  1. En mi caso, en este tema no le doy tanta importancia al lenguaje. Me explico. Lo de la transexualidad me toca de cerca (no, no lo soy, pero sí alguien muy cercano) y por experiencia sé que no le dan importancia a la forma en que te dirijas a ello/as si lo haces con respeto y educación.
    Pasé mi infancia muy cerca de una persona que años después decidió cambiar de sexo, por lo que es inevitable que mi mente me juegue malas pasadas y acabe llamándola por su “nombre original”. Pero lejos de tomárselo a mal, sonríe siempre. Es el nombre con la que la he conocido y es lógico que me venga a la cabeza. Por otro lado sabe que siempre he estado ahí y que si le digo algo siempre es desde el cariño y el respeto.
    Pero claro, es mi experiencia con una persona que me conoce y que sabe que la quiero. Otra cosa son las personas en general y el respeto (o falta del mismo) que existe hacia la transexualidad. Tendemos a clasificar en compartimentos inamovibles a las personas y a asignarles roles muy reducidos, así que en el caso del transgénero se genera rechazo por considerarse fuera de la norma. Y el lenguaje sólo es una consecuencia de ello.
    Perdón por irme por los cerros de Úbeda…empiezo a darle vueltas a las cosas y no paro. Gracias por tratar este tema con tacto tacto, 4th...

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  2. Gracias a ti, Gemma. A mi nunca me ha tocado el tema más de cerca que en esta anécdota, pero me afecta en general todo lo que tiene que ver con la imcomprensión que nace de la tonta idea de "no te entiendo, no eres como yo, no mereces mi respeto"... Así que se agradece mucho saber de tu propia experiencia aunque no me sorprende nada con la sensibilidad que siempre has demostrado..

    Como siempre.. un honor tenerte por aquí guapísima. Besos!

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